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El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la presencia de un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad e impulsividad. Se inicia en la infancia, con una elevada prevalencia a escala mundial (8-12%) (Biederman y cols., 2005). Desde los años 70 del siglo pasado se ha observado que el TDAH persiste en la edad adulta en más del 50% de los casos. Los resultados del National Comorbidity Survey Replication (NCS-R) indican una prevalencia del TDAH en adultos del 4,4% (Kessler y cols., 2005). El TDAH se ha asociado a un patrón general de problemas en el rendimiento académico, la adaptación social, familiar y fracaso escolar y laboral, aumento de riesgo de consumo de drogas y problemas legales y un mayor riesgo de presentar trastornos psiquiátricos comórbidos
El DSM-IV-TR define tres subtipos de TDAH, que por orden de mayor a menor frecuencia en adultos son: combinado, inatento e hiperactivo-impulsivo (Wilens y Dodson, 2004b). El diagnóstico de TDAH residual se emplea en pacientes con un TDAH desde la infancia, que no cumplen en la edad adulta con el criterio de presentar 6 o más síntomas de inatención y/o hiperactividad-impulsividad, pero los síntomas que exhibe causan un malestar significativo (Wilens y Dodson, 2004b).
Esta sintomatología tiene el inicio de sus consecuencias en el desarrollo del niño y provoca alteraciones sociales, afectivas y de aprendizaje en la escuela, que se van manifestando en las distintas etapas de desarrollo:
- En la época preescolar: existen alteraciones del comportamiento.
- En la edad escolar: se mantienen las alteraciones del comportamiento, problemas académicos, problemas de interacción social, que acaban generando problemas de autoestima.
- En la adolescencia: estos problemas se mantienen y aparecen otros nuevos asociados a los anteriores relacionados con los nuevos retos que esta edad plantea; así, van apareciendo problemas con las drogas, problemas legales y, en ocasiones, lesiones y accidentes.
- Finalmente, durante la edad adulta, a los anteriores problemas se asocian los problemas de tipo laboral. Los niños con TDAH que no reciben un tratamiento correcto suelen alcanzar en la edad adulta trabajos o profesiones por debajo de su capacidad.
En los adultos con TDAH se han descrito, pues, aparte de alteraciones en el rendimiento académico y en la adaptación al medio laboral, problemas en las relaciones interpersonales y en la conducción de vehículos, así como en el estado mental y un elevado riesgo de consumo de sustancias tóxicas.
PLAN DE TRATAMIENTO
- Evaluación a partir de un protocolo estandarizado que cuenta con una completa historia clínica y cuestionarios autoadministrados de síntomas, rendimiento neuropsicológico y evaluación de comorbilidad psicopatológica.
- Trabajo paralelo con psicofármacos (si la intensidad de la sintomatología lo requiere).
- Terapia psicoeducativa para proveer a la persona de información sobre su funcionamiento (en qué consiste el TDAH, a qué se debe, cuál es la tríada sintomática del TDAH, cómo le afecta, etc.).
- Entrenamiento psicoterapéutico mediante técnicas específicas adaptadas a cada caso para lograr compensar áreas cognitivas que no funcionan de manera óptima, como organización, planificación, atención, memoria, control de los impulsos, relaciones interpersonales, etc.
- Trabajo de la autoestima y el autoconcepto.
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